En la casa de mis vecinos viven la madre, el padre y un hijo pequeño.
El niño tiene cuatro años. Es simpático pero muy curioso.
Ahora, son las ocho de la mañana. La madre duerme y el padre toma un café.
De repente, el hijo aparece en la cocina.
Hijo: ¡Buenos días, papá!
Padre: ¡Buenos días, cariño! ¿Cómo estás?
Hijo: Bien. Papá… ¿Por qué Cuqui no habla?
Padre: Porque los perros no hablan, ladran.
Hijo: Y… ¿Dónde aprenden a ladrar?
Padre: Los perros…aprenden en …en…la vida.
Hijo: ¿En la vida? ¿Dónde?
Padre: Después del trabajo, te lo explico.
Hijo: ¿Por qué trabajas?
Padre: Porque hay que trabajar. Mucha gente trabaja.
Hijo: ¿Cuánta gente es mucha gente?
Padre: Toda la gente de mi oficina. Hijo…¡No tengo tiempo!
Hijo: ¿Cómo es tu oficina?
Padre: Cariño,… ¡No tengo tiempo!
Hijo: Papá… ¿Cuándo tienes tiempo?